Mi Buenos Aires querida

Descanse del largo viaje y en la mañana salí a dar una vuelta y a buscar un mapa, tenía sólo 24 horas para beber Buenos Aires y no quería que se me escapara nada. Mi cámara se había dañado en la Patagonia y solo contaba con mi celular sin flash, la luz del día era importante.

Luego de muchas fotos en el Obelisco seguí camino por la avenida de Mayo vía el Café Tortoni, punto de encuentro con mi amiga Susy, una Bogotana que conocí en Cartagena y ahora vive en Argentina. Luego de un café delicioso y fotos con las figuras de Gardel y Evita seguimos camino a la Plaza de Mayo. Ojala pudiera expresar con palabras lo que significo para mi pasar por ahí, la vibra que encierra la Plaza es tan hermosa como triste y de fondo La Casa Rosada.
Pasamos a Puerto Madero, pero no comimos carne solo paseamos por el lugar, una fortaleza muy segura de militares y policías con edificios y casas hermosas que colindan al oeste con La Casa Rosada y al Este con el Océano Atlántico.
De ahí nos fuimos a San Telmo a ver a Mafalda, heroína vitalicia de mi historia, y aprovechamos de comer pizza en horno de leña y finalmente me tome una Quilmes de litro como debe ser. Ya pasado el mediodía tomamos el colectivo al Caminito, la llamada “Republica de la Boca” hogar del Boca Juniors.

Entre colectivos y caminata, llegamos a la Av. Santa Fe, a disfrutar de una de los lugares más bellos a los que he asistido. La librería El Ateneo, otrora el teatro Grand Splendid. Más de 120.000 títulos distribuidos en los diferentes pisos y balcones, y tomarse un café en lo que era el escenario teniendo vista de 180 grados de todo el lugar fue sencillamente maravilloso.

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