Cada dia un milagro

Entre estudios, miedos, amores, transportes y xenófobos se paso el día,  uno de esos en los que la capacidad de asombro se expande entre tanto movimiento. Esos días en que los sentimientos de agradecimiento son mas fuertes que los de resentimiento, esos días en los que solo confirmas que se ha terminado porque el cansancio fue vencido por el sueño.

El día comenzó con dolor, luego de noches consecutivas apretando la boca por la tensión me malogré un diente y eso hizo que se hinchara la cara, del dolor pase al susto por no saber que pasaba. Tomo el bus, camino a continuar la brega del Proyecto Final del Máster (la razón del stress) entre Sigur Ros y Jonny Lang, entre Rob Roy ladrón o héroe,  entre el whisky y Walter Scott, así transcurrió una jornada bastante productiva, gente brillante con la que me toco trabajar, un tonto que quiso enturbiar el día por efectos egoístas particulares que trataré que se mantengan alejados.

Tomo otro bus, el dolor sigue, pero cuento con gente fantástica que me acogió como familia y están pendientes de mi, una revisión dental que no costo dinero y generó toda una ola de afecto, para confirmar el lugar común de que los eventos mas significativos de nuestras historias particulares no están relacionados con el dinero; me tranquiliza el diagnostico, es menos grave de lo que pensaba aunque sin dejar de estar pendiente y tomar las medicinas.

La vida es un eterno movimiento, de la consulta al ferrocarril, del ahí al metro. Hablo y hablo como medida de salvación para terminar de pasar mis nervios, en el vagón un par de señoras incomodas con nuestra "condición de extranjeras" y me hace un gesto de que me aleje, comento en voz alta: "debe ser que la pise y no me di cuenta" ella mira a otro lado. Nuevamente digo alto: "será que es xenofóbica" y sigue mirando a otro lado. No nos movimos, si le desagradaba tanto nuestro gentilicio pues que lo respirara un rato, España hasta donde sé es un país libre.

El día 8 de Octubre de 2012 asumí con mucho dolor mi condición de inmigrante hasta que pueda retornar a Venezuela sin miedo, he aprendido en todos estos años de viajes a integrarme y a estar enteramente en el lugar donde me encuentre, y me parece inaceptable que a estas alturas de la historia donde las fronteras no existen aun se exprese y se sienta rechazo por el resto de las culturas del mundo. Como escribió J.J Benitez en algún libro: "...somos todos hijos de un mismo padre, que jugando nos pinto de colores"

Pero a cada día su afán  la gente grandiosa está multiplicada y ayudan a aliviar dolores del cuerpo y del alma. Estaré eternamente agradecida a este país por recibirme, a mi familia en Barcelona por ser y por estar, a mis compañeros de Máster por ser conductores del mayor aprendizaje: la amistad. A la señora del metro porque me mostró la cara amarga de quien no acepta que "lo puro esta en la mezcla" y ya se que no quiero ser como ella. Al transporte que hace que la vida vaya y venga y uno tenga historias que contar.

Johana Mila de la Roca

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