Un dia de playa... en Abu Dhabi


Que son las aguas del Océano Indico dijeron, que estás en el Sur del Golfo Pérsico confirmaron. Estábamos a cuarenta y nueve grados centígrados, yo sentía que me desmayaba mientras íbamos en esa embarcación que nos llevaba a alguna parte del archipiélago al que pertenece también Abu Dhabi.

Desde el comienzo, este viaje estuvo bendecido por eventos simples que hicieron las cosas mas fáciles de llevar, pensando en las veintiún horas entre tres vuelos con las respectivas escalas, procesos de migración y los equipajes, todo estuvo siempre dispuesto en los diferentes lugares para que saliera bien. La sensación de tantas horas de viaje es como ir pasando por un tubo donde en ciertas pausas te encuentras con diferentes culturas, idiomas, personas. Lo mas genial es que toda esa gente, lenguas y mundos dejan al menos una anécdota, un evento, una sonrisa, un recuerdo que luego puede ser transformado en historia.

Abu Dhabi se hizo muy presente en esta vista de viajero expectante, me impresionó la opulencia de las residencias, de los vehículos, de las calles, los parques, el puerto, Yas Marina… Arturo Uslar Pietri hubiera dicho que ahí “se sembró el petróleo”.

Llegamos al puerto a tomar un bote, que mas bien parecía un yate, a celebrar el cumpleaños de un señor que según mis amigos era un Jeque, el navegaba orgulloso su nave y vio mi incomodidad con el calor, me ayudó, me dio agua y me dijo que me quedara sentada en la sombra mientras llegábamos, entendí luego que en los islotes a los que íbamos no había ni un arbolito en kilómetros a la redonda, había que guardar sombra para el resto día.

Un cielo infinita e intensamente azul, un mar caliente pero hermoso, un paisaje con escasa vegetación por no decir nula, un bote que nos servía de sombra cuando no aguantábamos mas la luz y el calor, una gente grandiosa que nos recibió como amigos de toda la vida, comida árabe deliciosa, tanta como para alimentar un batallón, motos de agua, sonrisas y mas sol.

Hasta ese momento no había caído en cuenta que esa cuenca del Océano Indico donde se resguarda el Golfo Pérsico, esa olla de petróleo que tanto conflicto ha generado, que tanta tristeza arrastra también alberga genialidad, aguas tranquilas y ahora mis recuerdos de un día especial en el que hice amigos de Marruecos, Hungría, Omán, Irán, Alemania, Suráfrica y que conviven tranquilamente estando a penas a kilómetros de conflictos, migraciones y espantos levantados por esa absurda táctica de colonización llamada guerra, vendiendo la idea de que la paz se logra a través de ella, muy mala estrategia de marketing.

Al volver a Dubái, nos dimos cuenta que estábamos anaranjados de tanto sol, gratamente impresionados por la hospitalidad del “Jeque” y por la genialidad de los nuevos amigos. No se si los Emiratos sean un destino que repita, pero siempre lo llevo conmigo como esa experiencia única donde todo lo conocido pasa a un segundo plano y ese concepto de “los otros” adquiere otra perspectiva, esa que indica que el “otro” soy yo.

Johana Milà de la Roca C.

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