Al "cuartito" del aeropuerto
Presentaba suspicious signs, sí, señas sospechosas, así me hizo saber un representante de la
aduana de los Países Bajos, cuando aterricé en Ámsterdam. Bajándome del avión
vi una docena de policías apostados en la puerta de la nave pidiendo a todos
los pasajeros sus pasaportes. Entregué el mío con tranquilidad y el policía le
señala al inspector de aduanas y dice: “es ella”. Me estaban esperando.
El gentil señor de aduanas, hay
que decir que fue muy educado, me llevó escoltada por un par de policías mujeres
al famoso y temido “cuartito” de los aeropuertos. Retuvieron mi pasaporte y me
indicaron que si todo estaba en orden me lo entregarían al final de la
entrevista. Me solicitaron que me
quitara la mochila y la dejara en las sillas al lado mío, que no tocara mi
maleta, que estaba siendo sometida a una inspección de rutina porque presentaba
señas muy usuales en pasajeros que transportan drogas. No tenía nada que temer,
llevaba toda mi documentación conmigo, tenía cómo probar todo lo que me iban a
preguntar, así que me relajé y esperé atenta a las preguntas mientras miraba qué
hacían las policías con mis cosas.
Iba en un viaje de trabajo,
volaba de Panamá a Bruselas con escala en Ámsterdam, donde debía hacer
migración y aduana por ser el primer puerto de entrada a Europa. Sabía que me
iban a parar en el punto de entrada porque tenía señas sospechosas, trabajé
muchos años en el Aeropuerto de Maiqueitía que sirve a Caracas, y entendí muy
bien por qué era objeto de observación. Un pasajero es sospechoso cuando su
boleto es comprado el mismo día del viaje, en efectivo, con un retorno a otro
país, la estadía es muy corta en el lugar de destino y yo cumplía con todos
esos requisitos así que me gané el paso por el cuartito de revisión.
El mismo día del viaje, un miércoles,
en mi oficina me pidieron que volara a Bruselas a entregar unos documentos y
unas memorias que se necesitaban para culminar una licitación que se estaba
llevando a cabo allá. Les dije que sí, sin problema, pero que me retornaran a
Caracas en lugar de a Panamá porque debía llegar a una boda que era el sábado
en la mañana. En el transcurso del día me mandan a mi casa a hacer maleta en la
que incluyo el vestido y los tacones de la boda, tres o cuatro mudas de ropa,
la laptop, el cargador del móvil.
Llegué tarde al aeropuerto y casi no me dejan
embarcar, la persona que me atendió me trató muy mal, mi pasaporte estaba
nuevo, sólo un par de sellos y me dijo: “no debería dejarte embarcar para que
no conozcas Europa”, a lo que contesté que ya había ido antes y que esto era
una viaje de trabajo, me miró con odio y me pidió mis otros pasaportes, no los
tenía conmigo. Me dio el pase de abordar de mala gana, corrí como maratonista
para llegar y lograr sentarme en mi lugar del avión. Al menos me tocó una
tripulación muy amable, hasta me preguntaron si deseaba que me despertaran
media hora antes de aterrizar, lo agradecí profundamente porque me podría lavar
los dientes antes de salir del avión sin hacer colas terribles.
Ya con el agente de aduanas,
viendo a las señoritas policías registrar mis cosas empezó el interrogatorio. ¿Por
qué tan poco tiempo en Europa? ¿Qué llevas en el equipaje? ¿Para quién
trabajas? (descartando terrorismo) ¿Por qué retornas a Venezuela y no a Panamá?
El señor caminó hasta mi mochila y sacó mi monedero, lo abrió y me dice:
¿Cuánto dinero hay aquí y por qué? Yo iba contestando de manera muy ecuánime el
interrogatorio, le comenté que iba a una boda a la que no podía faltar, que
parte de ese dinero se lo dejaría a mi mamá en Caracas, que mi boleto a Panamá
estaba confirmado para el domingo, le mostré el recibo del ticket y prosiguió
el interrogatorio. ¿Por qué el boleto fue pagado en efectivo? ¿Por qué se
emitió el mismo día del viaje? El ticket lo emitió una agencia de viajes y
ellos facturan en efectivo le explico, y se compró el mismo día del viaje
porque en mi oficina son unos desordenados, ahí le saqué una sonrisa.
Mientras las señoritas policías
terminaban la revisión de mi equipaje, el agente de aduanas me dice que no me
va a pedir que coma o tome algún alimento porque preguntaron y en el avión les
confirmaron que comí. Las chicas policías revisaban cada pliegue de la mochila,
cada pared de mi maletita, le daban vuelta a las rueditas, parecía que tuvieran
un escáner en las manos, cada pedazo de tela, cada trozo de plástico quedó
revisado. El señor agente me pidió las facturas de las memorias que llevaba, el
carnet de la empresa mientras cotejaba la información con unos folios que tenía
en las manos. Sacaron la laptop y me pidieron encenderla para verificar que
funcionaba, también mi cámara fotográfica y el móvil. Leía el folio y de
repente me preguntó: ¿Cuántas veces has venido a Europa? Le contesto que no sé,
no llevo la cuenta, unas catorce o quince veces puede ser, se sonríe de nuevo y
me contesta: “con ésta son dieciséis”.
Una vez cerrado el equipaje, las
señoritas policías me dicen que deben chequearme a mí, desde la coleta del
cabello, pasando por los dobladillos de las mangas de mi camisa, el pantalón,
los zapatos, todo. Cuando finalizaron la revisión me dieron permiso para irme,
me entregaron de vuelta el pasaporte. Tomé mi mochila, bajé la maletita, me
despido y cuando voy caminando hacia la salida me llaman para decirme que no me
revisaron la boca, agradecí tanto esa levantada media antes del aterrizaje para
lavarme los dientes, me piden que me de media vuelta, que abra la boca,
revisaron cual episodio de CSI y después me dejaron ir.
Confieso que a pesar de no tener
nada que temer, cuando salí de ahí me temblaban las piernas. Agradeceré siempre
que no hayan sido hostiles ni violentos conmigo, igualmente fue un episodio
desagradable aun sabiendo que pasaría, el encuentro con la autoridad suele no
ser agradable. A todos los que nos transportamos por avión a cualquier lugar,
tengamos en cuenta estas señas sospechosas, si no tenemos nada que temer que no
nos tome por sorpresa, sobretodo porque la suerte de que el agente de aduanas,
migración, guardia nacional o el organismo al que le corresponda velar por las
fronteras, por el tráfico de drogas o terrorismo en el destino al que se viaja,
sea gentil, amable y dispuesto a escuchar, no es siempre la mejor de las
suertes.
Y pensar que a partir del primero de marzo de 2015 la Comisión Europea ha decido incrementar el nivel de seguridad de los controles de equipaje de mano en los aeropuertos, lo que representa una inspección adicional a la que regular, ya de por sí minuciosa.
Johana Milá de la Roca C.
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